Capitulo 4

140 13 11
                                    

Mis pies se movieron hasta mi asiento y me senté a su lado, en silencio.

Hoy también llevaba ropas negras y el pelo despeinado. Parece que ese es su look habitual.

- Ignoralo, y deja de mirarlo.

Solté un pequeño suspiro.

Ojalá pudiera hacer eso, pero es imposible no mirarlo. Mi vista se dirige hacia él sin ningún control.

- ¿Es que quieres pasar otra tarde como la de ayer? ¿Es que quieres que todos sospechen lo que haces? ¡Eres tonta!

- Dejame en paz. Yo se lo que hago- susurré.

- ¿Has dicho algo?

Giré la cabeza y miré a Louis, que tenia una expresión confundida.

- Nada, sólo hablaba conmigo misma.

- Ah. De acuerdo.

Apartó los ojos de mi y los fijó en la mesa.

Nadie habló, y el silencio era pesado e incomodo. Me sorprendí al comprobar eso, y que prefería hablar con él. Nunca habría sustituido el silencio por nada.

- ¿Que te pasó ayer?

Él volvió a centrar su atención en mí.

- ¿Qué quieres decir?

- Pues que ayer te fuiste de clase y no volviste a aparecer.

- Estaba enfermo.

Su expresión se endureció.

- Bueno, si tú lo dices.

- ¿Qué pasa? ¿Qué no te lo crees?

-No es muy convincente.

El agachó la vista y se miró las manos, que estaban entrecruzadas sobre sus piernas.

- Sólo quería estar un momento a solas, nada más- susurró.

- Te entiendo.

- No, tú no entiendes nada- dijo con una risita sarcástica.

No contesté a eso. ¿Qué podía decirle? No podía decirle la verdad. Que era una chica que prefería la soledad a la compañía de las personas, que prefería la oscuridad de mi cuarto antes que la luz del sol, que necesitaba desesperadamente el contenido de una cajita de musica.

- ¿Qué te ha pasado ahí?- dijo señalándome la mano.

Me miré la palma, y la oculte debajo de la mesa.

- Nada. Sólo es una herida.

- ¿Cómo te la has hecho?

Lo miré extrañada. Esta situación estaba empezando a ponerme nerviosa.

- No lo sé. Me habré arañado con algo.

Alargó la mano y cogió mi muñeca, sacando mi mano de debajo de la mesa.

Lo miré sorprendida, y lo miré a los ojos, perdiendome en esos océanos helados. Su contacto en mi muñeca hacía que pequeñas corrientes eléctricas me atravesaran el brazo, y sus dedos se sentían cálidos y suaves.

Creía que su tacto sería frío, como los dardos helados que transmitían sus ojos, pero era todo lo contrario. Era caliente, húmedo, y prometía noches sudorosas y sabanas pegadas.

- ¿Que estas pensando? Eso nunca pasara. Eres una puta barata, Melisa. Nadie te querrá nunca, y menos tu chico porcelana.

Aparté esas ideas de la cabeza y miré su mano sobre la mía. Agarró mis dedos y los abrió suavemente, descubriendo la pequeña línea rosada.

Almas Oscuras- Louis Tomlinson.Where stories live. Discover now