Matarratas.

59 10 1
                                    

Capítulo 4. "Matarratas".

Mi tio Carl me dejó en el hospital.
Con aire seductor me acercé a la enfermera y mirándola de arriba a abajo le dije:
-¡Hola! Verás, he esnifado matarratas por error, y quería saber donde puedo quitarme esta mierda que circula por mi cerebro antes de que sea tarde -estornudé debido al picor que me causaba el matarratas- y ya de paso dime, ¿Te has acostado alguna vez con alguien que haya esnifado matarratas? -Pregunté- ¿No te pone la situación? -Sonreí y elevé mis cejas- Saber que quizá sea el único...
-Eh señor... -Comenzó la guapa enfermera-. ¿Matarratas? ¿Pero qué?... Debe ir urgentemente a rayos X para que vean como está, y tubos de aire para que le limpien en las fosas nasales. Le haré un citado para ahora mismo.
Me quedé mirando a los lados, había niños y mayores, viejos y jóvenes. Toda una variedad en una concurrida y chismosa sala de espera donde todos susurraban y oraban por sus familiares.
-Tome -continuó ella-. Con este papel entre adentro. Si no hay nadie esperando, llame y pase.
-Gracias señorita, pero no me ha respondido. Tenemos mucho en común sabes, por ejemplo un setenta por ciento de agua en el cuerpo, bueno... -Corregí- Yo quizás un setenta por ciento de alcohol. -Apartó su mirada y firmó un papel.
-Me marcho señorita. -Dije en voz más alta de lo normal, todos me miraron-. A la salida espero su respuesta.
-Em... vale -dijo nerviosa la enfermera- Planta 8. Rayos X. habitacion 812, muchas gracias, siguiente por favor.

Me alejé y tomé el ascensor hasta la octava planta, cogí el papel de la cita y al lado de este se cayó al suelo otro papel oculta en el que ponía:

"Trabajando no puedo
coquetear, llámeme
cuando quiera
809 - 1555 - 3267
Por cierto Señor Jay;
Me llamo Madison,
encantada."

Parece que después de todo me iban a ir bien las cosas. Cogí la nota y sonriendo la guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta.
No había nadie en la sala de espera de esa alta planta y de ese blanco pasillo, así que llamé a la puerta, asomé la cabeza tras la puerta y ahí estaba el doctor...

buenas noticias para mí; el polvo del matarratas es tan denso que no ha llegado a pasar al cerebro, se ha quedado en el tabique nasal, de ahí que respirase mal, lo solucionan simplemente cogiendo una subcionadora como la de los dentistas y la insertan en mi nariz para extraer la sustancia, pasé la noche en el hospital con suero en mi nariz y con constantes vigilancias y lavados de tabique nasal. Situaciones muy normales, algo típico en mí...

Estuve dos días en osbervación y al tercero, como aquel personaje bíblico, me levanté y con el alta médica y la salud estable me vestí y me puse camino al departamento de inteligencia de Chicago donde para mi sorpresa no me dejaron entrar por orden de mi tío, que me aconsejaba que era obligatorio una visita al psicólogo antes de ingresar en inteligencia.

Así que, por esa regla de tres, me puse en contacto con el psicólogo que mi tío me asignó; Dr. Frank Morgan, licenciado en Psicología e investigador privado dado de baja temporalmente.
Contando así con estas variables, se realiza la ecuación circunstancial que se desarrolla en la consulta del Dr. Morgan.

#wattys2015 Las Crónicas De Marvin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora