Empezar

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El aire era cálido, me sentía un tanto mareada pero igual podía mantenerme de pie. A lo lejos distinguía un gran ventanal, camine hacia allí y a los segundos una camilla llena de sangre detuvo mi destino. Fue entonces cuando me pregunté, ¿dónde estoy?
Observe el lugar, me encontraba en un largo pasillo pintado de blanco y rojo, lleno de puertas y muy pocas ventanas, la mayoría de la luz era artificial, lo cual me molestaba bastante. En un extremo se encontraba el gran ventanal y en el otro extremo un ascensor, me dirigí hacia este un poco asustada.
- Cariño, ¿a qué piso vas?
- No lo sé, ¿donde estoy? - era una mujer de aproximadamente 50 años llevaba puesta una túnica y lucia una gran sonrisa en su rostro.
- Oh cielo, deberías darte una ducha y descansar.
El ascensor avanzó rápidamente hacia el quinto piso, al salir me topé con una gran pared la cual estaba llena de cámaras y un gran monitor en el medio, instantáneamente mi cara se encontraba en el, me veía totalmente diferente a como yo creía que era. Mi cabello era rubio y largo, mis cejas eran muy finas, mis ojos marrones y tenía los labios muy rotos. Abajo de esta nueva imagen de mi se encontraba un nombre, Emma Cooper acompañado del número de mi habitación, 21P.
Volví a caminar por otro largo pasillo hasta llegar al 21, para mi sorpresa se encontraban 3 puertas, 21P, 21M y 21A. Inmediatamente me dirigí hacia la P, al apoyar mi mano en el pestillo una luz se encendió reconociendo mi huella y dejándome entrar. Ingrese a un hermoso comedor lleno de personas entre 16 a 19 años seguramente, me sentí muy cómoda, el lugar era inmenso, había una cocina, una pantalla enorme con muchos sillones en su alrededor y 2 baños, hombres y mujeres. A mí derecha había una escalera en forma de caracol y al mirar para arriba note que me encontraba frente a 4 pisos. Cada vez mis dudas eran más grandes, ¿qué hacía en este lugar? ¿por qué no recordaba nada de mi pasado? Quién soy? ¿con quién estoy?
Una chica alta, sumamente flaca, de pelo negro y corto se acercó hacia mi.
- Hola, ¿recién entras?
- Si, ¿y tú? - mostraba una apariencia tranquila, era muy bonita y delicada.
- Yo también, va, llegué hace trace dias, en realidad, no sé cómo llegué. He hablando con varios aquí y nadie sabe dónde estamos, nadie se quiere ir - y era verdad, yo tampoco tenía la necesidad de salir.
- ¿Y que hacen? ¿cómo pasan el tiempo? ¿qué hay en esos 4 pisos?
- Wow- sonrío - cuantas preguntas, mira, todo esto que ves es nuestro, podemos hacer lo que queramos, sea la hora que sea, no hay reglas ni restricciones. Y sobre los pisos, en el primero hay ropa por cada habitación que vayas, puedes ir y ponerte lo que más te guste a cada hora, cada día, o cuando quieras, la parte izquierda es nuestra y a la derecha la ropa de hombre. En el segundo piso hay 5 habitaciones muy amplias, al igual que en el tercero, por lo general dormimos 3 personas por habitación, aunque hay varios que prefieren estar solos. Y en el cuarto piso no hay divisiones, solo hay un gran espacio lleno de lavadores y secadores de ropa - apenas terminó de hablar quede asombrada por el lugar en el que me esperaba vivir.
- Es gigantesco esto! Y tú, ¿cómo te llamas? ¿cuantos años tienes?
- Si lo es. Mi nombre es Rebecca y mi edad la verdad es que no la se, ninguno de nosotros nos conocemos más que nuestros nombres.
- Un gusto Rebecca, yo soy Emma. Perdón por cortar la conversación pero me gustaría darme un baño, estoy un poco cansada, ¿me indicarías hacia dónde ir? - sonreí tímidamente.
- Si claro! Puedes dormir conmigo y con Tris si lo deseas, tenemos una habitación juntas y un gran baño.
Sin dudarlo acepte su invitación y a los segundos ya estábamos en camino, subimos hasta el tercer piso y caminamos hacia la izquierda donde se encontraba la habitación, al entrar me sorprendió lo hermosa que era pero también la poca iluminación que había allí, habían 3 grandes camas, en la primera se encontraba Tris la cual no noto muestra presencia al estar completamente dormida escuchando música, la segunda cama no la ocupaba nadie así que sería la mía y la última era la de Rebecca. A un costado había una puerta pintada de beige combinando las paredes del cuarto, donde se encontraba el baño, y como dijo Rebecca era grande y espectacular.
Tome un largo baño el cual dejó mi cuerpo totalmente relajado, y sin poder aguantar un minuto más me acosté a dormir.
Me levante cerca de las 4 de la mañana y note que estaba sola en la habitación, estaba en bata así que decidí ir hasta el primer piso para elegir algo de ropa.
Ya hecho esto baje, estaban todos despiertos, mirando televisión, comiendo, jugando a las cartas o simplemente hablando. Me atraía él delicioso olor que había en la sala, era inexplicable, no eran rosas, ni jazmines, ni vainilla, era un olor muy particular el cual no lograba distinguir a que se asimilaba. Me concentré en buscar a Rebecca porque en definitiva era la única a la que conocía. Me dirigí hacia ella, estaba con dos chicos y Tris.
- Emma- gritó ella- te despertaste al fin!!!! Mira te voy a presentar a mis amigos, este sexy rubio- dijo riendo- es Thomas, él precioso castaño de ojos verdes es Rixon y ella la cual ya has visto dormir es Tris.
- Hola- dije alegre en modo de saludo hacia todos, los cuales me respondieron con la misma palabra- yo soy Emma.
- Bla bla bla- dijo Rixon interrumpiendome y revoleando los ojos- eso no importa, vamos a comer algo mejor, porque al menos mi estomago ya no aguanta más.
La verdad era que yo no me sentía muy hambrienta, no se hace cuanto no comía ciertamente pero tampoco lo necesitaba, igual fui con ellos hacia la cocina en la cual habían seguramente 10 personas. Me quede observando todo el lugar, me di cuenta que ninguno de nosotros comía excepto Rixon, pero no le di mucha importancia, eran las 4 de la mañana y ninguna persona normal comería a esta hora. A lo lejos escuche el comentario de una chica que decía "es que nosotros no somos normales", no entendía cómo era posible que mis pensamientos se conectaran con lo que ella decía, pero le reste importancia y seguí observando la manera en la que comía Rixon su escasa porción de arroz.
- Deja de mirar a mi chico -dijo Thomas con su hermosa sonrisa a modo de burla.
- Perdón! No sabía que ustedes..
- Oh no por favor! No vayas a pensar eso, no es que tenga nada en contra de los gays, pero, ¿con Rixon? ¿en serio?- río.
- Gracias Thomas, ya veras-intentó decir Rixon con un gran bocado de arroz en su boca.
- Okey, entonces, ¿no son más que amigos?
- Exacto, así que si quieres interesarte en mi puedes hacerlo en cualquier momento- contestó Thomas tocándose su rubio cabello.
Me reí por simplemente no saber qué responder. No voy a negar que no era lindo pero no me atraía en lo más mínimo. Empezaba a amanecer y tampoco sentía la necesidad de desayunar, no sé qué le pasaba a mi cuerpo, tal vez sentía miedo por estar ahí y mi estomago estaba cerrado, realmente no lo entendía. Recorrí todo el salón y decidí sentarme en un sillón, tenía las piernas un poco cansadas, intente pensar en mi pasado antes de estar aquí pero lo único que recordaba era ese ventanal y la camilla con sangre, me sentía en un mundo paralelo desde ese momento hasta ahora, mi cuerpo quería seguir allí pero en mi cabeza solo se representaba la puerta para salir, así que me pare y me dirigí hacia ella. Tenía muchos nervios por lo que pudiera encontrarme afuera, pero igual lo hice, puse mi mano en el pestillo y una luz roja se encendió al instante, un ruido retumbó la casa y en la puerta apareció mi imagen nuevamente "salida denegada", todo el mundo estaba mirándome porque claramente cause bastante escándalo, mis mejillas estaban rojas, ¿cómo que no podía salir? Y si no quería estar más ahi?
- No lo intentes, podrás salir a su debido tiempo como todos, llevo más de un mes aquí y solo he visto a 4 personas irse -me dijo un chico alto de pelo negro.
- Pero no lo entiendo, ¿por qué tenemos que permanecer aquí?, ¿qué es esto? -empezaba a desesperarme la situación.
- Tranquila- respondió el totalmente calmado- al principio todos estamos así, pero se puede vivir bien, tenemos todo lo necesario para subsistir aquí. Ven, te llevaré a un lugar al que nadie más que yo y mi compañero de habitación sabe que existe, pero por favor no digas nada.
Asentí un poco confusa. Camine junto a el hasta el cuarto piso donde se encontraban los lavadores y seca ropa, él se adelantó hasta llegar a uno dorado.
- Ven, ayúdame a correrlo.
Fui hasta el, era un tanto pesado pero entre los dos logramos correrlo, allí abajo se encontraba una puerta si es que así se le podía llamar era de aproximadamente el mismo largo y ancho que el lavador, sacó una tarjeta diminuta que al pasarla por la puerta automáticamente se abrió, entramos hechos bolita y desembocamos en una escalera que nos llevaba a una especie de sótano, cada parte que recorrías del lugar era hermoso, en el sótano predominaba el vidrio, era muy lujoso, había una gran cama, electrodomésticos de cocina y una pantalla enorme con videojuegos.
- ¿Cómo tienes acceso aquí? -pregunté curiosa.
- En el ascensor, antes de llegar aquí, una señora me dio esta tarjeta con las indicaciones de este lugar, me dijo que podía ser de mi utilidad, nunca entendí porque, pero realmente me encanta venir aquí, es un lugar totalmente aislado del resto que solo mi amigo y yo conocemos, bueno, ahora tú también.
- ¿Nunca te preguntaste de que se trata todo esto?
- Todo el tiempo, pero supongo que en el momento que podamos salir lo entenderemos.
- Tienes razón, y, ¿aproximadamente cuánto tiempo estás aquí?
- Eso depende de la persona, hay algunos que se van en 3 días como otros en 3 meses. ¿Tu hace cuanto llegaste? y también, ¿cómo te llamas?
- Llegué ayer. Me llamo Emma ¿y tú?
- Yo me llamo Mike, y dime, ¿qué recuerdas antes de aquí?
- No más que un ventanal enorme y una camilla llena de sangre.
- ¿Una camilla con sangre? -preguntó exaltado.
- Si, no sé qué significaría eso, ¿tú que recuerdas?
- Yo también vi ese gran ventanal, pero nunca me topé con nada extraño, bueno, esto ya es extraño, pero no nada como lo que tú viste.
- En realidad le resto importancia a esa situación, capaz que fue producto de mi imaginación, no lo sé, me sentía muy mareada en ese momento.
- Como todos, ven acuéstate un poco, voy a hacer algo para comer.
La verdad era que yo seguía sin hambre, pero Mike era tan gentil conmigo que no quería decirle no.
Me desperté a las ocho de la tarde cuando ya estaba atardeciendo, Mike me había dejado un café el cual seguramente estaría frío, acompañado de una nota, "Buen día dormilona, estoy en mi cuarto bañándome y cambiándome, a las ocho estoy aquí devuelta." Él era muy cariñoso conmigo, desde el primer momento fue totalmente sincero y eso me gustaba mucho. Me levanté de la cama y camine hacia la pequeña puerta de salida, no me lleve una sorpresa al ver que estaba cerrada, así que volví e intente dormir un rato más hasta la llegada de Mike.
- Emma -sentí que tocaban mi espalda- vamos, despiértate.
Me desperté un tanto exaltada, Mike estaba sentado al lado mío en la cama, lucia muy bien, y su perfume era sorprendente.
- Lo siento -dije avergonzada acomodando mi pelo- me dormí.
- Lo note -dijo sonriendo- vamos levántate así salimos de aquí y te presento a mi amigo Tate. ¿Ya conoces a alguien?
- Al entrar conocí a Rebecca, estoy compartiendo habitación con ella y Tris. También conocí a sus amigos Thomas y Rixon. Y ahora a ti.
- Si claro, se quienes son, los he visto un par de veces, siempre andan juntos, deben ser muy unidos. Bueno dejemos de hablar y vayamos.
Subí las escaleras por segunda vez en una hora con la diferencia de que esta vez sí logre salir, al apenas Mike acercarse a la puerta reconoció la tarjeta y se abrió. Bajamos las escaleras hasta llegar al segundo piso en el que el estaba, su habitación era muy fresca y tan poco luminosa como la mía. Estaba pintada de azul y celeste la decoración era muy varonil. En el escritorio se encontraba Tate utilizando la computadora, era un chico un poco bajo y gordito.
- Hola -me saludo muy simpático- Mike me dijo que iba a traer a una chica, veo que es verdad -veía que Mike estaba bastante avergonzado por las palabras de su amigo.
- Si -sonreí- supongo que seré yo.
- Claro que eres tú, por lo general nunca traemos a nadie a nuestra habitación, si, tenemos amigos, pero la sentimos algo privada como para invitar a quien quiera y hasta hacer fiestas como bastantes aquí.
- ¿Fiestas? -me sorprendí porque las habitaciones eran grandes pero no más para que entren algo así como 7 personas.
- Si fiestas -acotó Tate- hemos ido a varias y en verdad hay gente que está completamente loca -todos reímos, me sentía muy cómoda con ellos.
Pasamos varias horas hablando sobre nuestros gustos, en realidad era algo que estaba descubriendo de mi junto con ellos. Todo lo que hacía desde que entre era algo nuevo. En pocas palabras había vuelto a nacer en este cuerpo en el que ahora me encontraba.
Ya siendo las dos de la madrugada decidí irme a mi habitación.
- ¿Dónde estabas? -me preguntaban Rebecca y Tris a la misma vez.
- Haciendo nuevos amigos, ¿ustedes que han hecho?
- ¿Amigos o novios? -río Tris pícaramente- nosotras pasamos el día con Rixon y Thomas, el cual por cierto quedo bastante enamorado de ti...
- Amigos. Tate y Mike, ¿los conocen?
- Si -dijo Tris sin dejar hablar una palabra a Rebecca- salía con Tate hace dos meses, ambos entramos juntos. Y ya deja de evitar el tema de Thomas.
- Lo siento -reí- es que simplemente no me gusta.
- Oh pobre mi rubio -dijo Rebecca apenada.
- ¿Por qué terminaron tú y Tate? no me mencionó nada sobre ustedes.
- El no lo recuerda, y yo no quiero recordarlo -me respondió tris cortando la conversación.
Quería saber del tema pero se limitaban a dar detalles entre ellas. Seguimos hablando unas horas más, entre charla y charla se hizo el amanecer, mientras más luz había mis ojos más se cerraban.

21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora