Título de la parte de tu historia

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Salió de mañana hacia la escuela. Cogió el hatillo de libros, y después de bajar las escaleras de dos en dos y saludar al portero, fue caminando por la calle, eso sí, mejor por la sombra. Estábamos en el mes de Mayo, y hacía un maravilloso día, con un cielo azul espectacular, con lo que fue corriendo todo el trayecto.

Eran las nueve y todos los niños estaban en la entrada en perfecta línea recta y absoluto silencio. El profesor se dirigió hacia la fila y allí los examinó uno a uno.Todos los días, el maestro, don Agapito, solía dar un cachete o un capón a alguno de los alumnos. El motivo no era lo más importante, ya que lo que perseguía era mantener la disciplina. Los pobres nińos no sabían muy bien a qué atenerse, con lo que mantenían a raya el crecimiento de sus uńas, pelo y demás partes de su cuerpo que tenían la mala costumbre de desarrollarse.

Aquel hermoso día de Mayo, le tocó a nuestro protagonista recibir un simple empujón, ya que se encontraba un poco fuera de la fila, porque en ese momento intentaba ver a Margarita. Esta nińa era la mas bonita de la escuela. Sería unos dos ańos mayor que él, pero eso realmente le importaba bien poco. Siempre que podía la miraba, furtivo, en el recreo, en la fila, o los domingos en el paseo, después de salir de la misa. Allí estaba ella, su preciosa Margarita, con sus vestiditos impolutos y sus perfectos peinados que la madre de la nińa se esforzaba en mantener siempre en un estado inmejorable. En realidad, nunca había hablado con ella. Llevaba Mucho tiempo perjeńando el momento y lugar mas adecuado para poder acercarse a ella, pero nunca se daban las circunstancias. Hoy, embobado, miraba hacia la fila de las nińas, en el otro extremo del patio, cuando de repente, el empujón del maestro, casi lo hace caer. Una carcajada posterior y múltiple de todos sus compańeros, le sacó del ensimismamiento, mientras se reincorporaba a la fila, en esta ocasión , ya guardando una línea lo mas recta posible respecto a los demás.

Algo le ocurría hoy, puesto que no lograba concentrarse en ninguna de las materias de la clase. Los ríos de Espańa, los cabos, la geografía y la historia de la Reconquista, fue de lo que se habló aquella mańana, pero él no consiguió concentrarse en nada.

Sonó a la hora acostumbrada el timbre, y todos salieron al recreo. De eso, la verdad es que sí que se enteró. Cogió una manzana que su madre le había dado, pero hoy la posó de nuevo en el pupitre antes de salir, puesto que no parecía tener mucha hambre.

Se juntó con un grupo que jugaba al escondite, y a los pocos minutos, corrió a buscar un buen sitio. Al fondo del patio, había un cobertizo, donde el bedel del colegio guardaba algunas herramientas con las que arreglaba los desperfectos que se iban dando en aquel viejo colegio. La puerta estaba entreabierta y decidió que sería un lugar perfecto, ya que Miguel, el bedel, solía aprovechar cualquier excusa para irse al bar de al lado y desde luego, el barullo del recreo le venía que ni pintado. El grupo de las niñas donde estaba jugando Margarita, también decidió jugar al escondite, con lo que una de ellas empezó a contar y las otras se esparcieron también a lo largo de todo el lugar de recreo. Margarita decidió ocultarse detrás de la pared donde habitualmente lo hacía, cuando jugaba a este juego, pero en ese momento se dio cuenta que siempre la pillaban la primera, con lo que como alma que lleva el diablo salió y de repente no sabía a dónde encaminarse. Como veía que se le agotaba el tiempo y que la iban a pillar allí en medio, vió la puerta del cobertizo y corrió hacia allí. La abrió y se deslizó dentro con rapidez. Con las prisas, no se dio cuenta de que el lugar ya estaba ocupado, con lo que el golpe que se dieron fue monumental. Ella consiguió mantenerse en pie, pero él, al caer se golpeó fuertemente en la cabeza y quedó tendido en el suelo.

Un terrible zumbido acompañado de un dolor de cabeza enorme fueron las siguientes sensaciones. No lograba ver nada, solo los gritos de dolor y enfado iniciales de Margarita. Poco a poco los gritos se fueron diluyendo, aunque se daba cuenta de que ya no le estaba insultando, sino que parecía como si se preocupase por él. No lograba entender muy bien lo que le pasaba, solo sabía que cada vez tenía mas sueño, el dolor de cabeza se estaba relajando ya, y cada vez se encontraba mejor. No llegó a saber si dormía o no. Ya le había pasado mas veces. Era como si estuviese despierto, pero luego se daba cuenta que estaba soñando que estaba despierto. Se dejó llevar por el sueño, y durmió, o al menos eso creyó.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2015 ⏰

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