Genes

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Tenían algo

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Tenían algo.

Tanto Cabert como Dacian, y el resto de habitantes de Marte, sabían el proceso de selección para ser padres en el planeta. También sabían el trabajo del área de genética para garantizar que los nacidos fueran aptos para sobrevivir.

En el área de genética del Instituto del infante se encargaban de seleccionar a los más aptos. Habían reducido las enfermedades congénitas, se escogían aquellos que parecían tener menos probabilidades de sufrir algún tipo de enfermedad degenerativa, y luego eran monitoreados con cuidado al momento de la fertilización in vitro. Un proceso que todos veían normal y aceptado, ¿por qué optar por una reproducción natural y desordenada como en la Tierra?

Todo eso fue gestión Augusta. De hecho, él pensaba que muchas de las ideas de la abuela hubieran sido tachadas como fascistas por los terrícolas. Esa palabra a él le parecía vieja, rancia y sin sentido. ¿Era fascista escoger los mejores embriones para poblar Marte? No era el ambiente natural de los humanos, tenían que esforzarse por sobrevivir como sea, y no había nada de malo en escoger a los más aptos. No podían espera miles de años como en la Tierra a la selección natural, ellos tenían que forzarla un poco.

Sabía, o había escuchado, que en la Tierra les llamaban "fascistas terranos" por ese proceso asistido de reproducción, entre otros motivos igual de ridículos. Aunque no era el más entusiasta sobre las políticas terranas, a él no le parecía que gente que jamás había puesto un pie en su planeta, que no tuviera idea de lo duras que eran las condiciones para sobrevivir, tuviera el descaro de criticarlos. Vamos, que ni él que estaba en una evidente situación de superioridad criticaba todo eso.

Era normal. Era como tenía que hacerse. Los mejores, los más aptos, los más fuertes. ¿Fue así que lo crearon a él? ¿Cómo encontraron la forma de hacer su cuerpo tan resistente y casi perfecto? Sin duda, le dijo Dacian, la respuesta estaba en el área de genética.

Pero, ¿cómo lo sabrían? Todo era confidencial, pues rara vez los padres de crianza eran los padres biológicos. Era como una lotería, decían algunos, nunca sabías qué clase de hijo te iba a tocar. Y algo tuvieron que hacer ellos con sus genes y los de Dacian para formarlos así.

Tenían algo. Piezas de rompecabezas. Información de varias fuentes que tenían que unir y sacar sus propias conclusiones.

Dacian no podía acompañarlo esa noche, le dijo que tenía que ayudar al embajador a preparar su discurso para la Unión Galáctica, quienes ya habían confirmado la próxima visita para verificar los avances de su reunificación con la Tierra. Así que una vez más tendría que arreglárselas a solas.

Corría. No podía dormir, ni lo necesitaba. Por eso mismo estaba en el área de entrenamiento. Corriendo solo, con el paisaje marciano frente a él. No le estaba prestando atención a su nuevo récord de velocidad, eso ya ni le importaba. Solo pensaba en los datos recopilados por las Johanas.

Sus padres fueron distintos. En cierta fecha, el Instituto de la Ciencia se llevó del área de genérica del Instituto del infante varios óvulos fecundados. Un total de cincuenta. Y de esos cincuenta solo sobrevivieron unos cuantos, quienes luego fueron devueltos para ser colocados en un vientre huésped artificial.

Homo deusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora